Un viaje por los finales más insólitos, irónicos y memorables.
ComprarLa muerte no siempre llega con gloria ni con redoblantes de guerra. A veces, está escondida en una chalina de seda, en una apuesta inocente o en la vanidad de una selfie.
La ironía no es una virtud exclusiva de los vivos, la muerte también sabe contar chistes, y los remata con silencio, o con risas incontrolables.
Este libro es un recorrido por lo improbable, lo ridículo y por lo trágicamente cómico que, a veces, la muerte deja como advertencia.
Cada historia aquí relatada es un recordatorio de que la vida, por muy seria que parezca, es impredecible, a veces absurda y sobre todo muy frágil. Las cosas cotidianas son constantes amenazas y las decisiones que tomamos, por más pequeñas que sean, pueden ponernos debajo de un perro que cae desde un piso 13.
¿Moraleja?
Tal vez ninguna o tal vez pensar que no se trata de vivir con miedo, sino de vivir con conciencia. Evidentemente la muerte está en todas partes, todos los días, en cada cosa que hacemos, pero también lo está la vida, y de eso se trata.
Si vamos a tropezarnos con la muerte algún día, cosa que sin duda haremos, que nos encuentre habiendo reído, habiendo amado, habiendo disfrutado de los buenos momentos y habiendo entendido que no siempre las cosas que pasan tienen un sentido. Y que no está mal que así sea.
Seamos honestos: todos vamos a morir. Es el único evento en el que la asistencia es obligatoria y la puntualidad, perfecta. Sin embargo, para la inmensa mayoría de nosotros, el final será predecible. Una enfermedad aburrida, un accidente de tráfico mundano o, con suerte, una pacífica despedida en la cama rodeados de parientes que se preguntan cuánto les tocará de la herencia. Un final tan común que apenas merecerá una nota a pie de página en el gran libro de la historia.
Pero este libro no trata sobre esa legión de finales insulsos. Este es un homenaje a los otros, a los que se despidieron con jactancia, con un giro inesperado o una carcajada irónica del destino.
Es una celebración de aquellos cuya muerte fue tan original, tan absurdamente memorable, que eclipsó por completo sus vidas. Porque, ¿quién recuerda a un rey por sus sabias políticas cuando pudo morir persiguiendo a una doncella y estampándose contra el dintel de una puerta? ¿O al brillante inventor que terminó siendo la primera y última víctima de su propio y ridículo artefacto?
Aquí encontrarán un desfile de infortunios gloriosos: desde emperadores ahogados en excrementos de sus súbditos hasta community managers que tuitearon su propio colapso, pasando por filósofos que, literalmente, murieron de risa y suicidas con una pésima puntería. Son historias de finales truculentos, a veces graciosos, y casi siempre irónicos. Relatos que demuestran que, si bien la vida puede ser trágica, la muerte, a veces, tiene un retorcido sentido del humor.
Así que los invito a dejar de lado por un momento esa solemne reverencia con la que tratamos al único tema del que nadie se salva. Abran estas páginas y anímense a explorar el lado B de la mortalidad, ese rincón polvoriento de la historia donde la Parca se muestra en su faceta más creativa y sarcástica.
Porque si algo nos enseñan estas historias, es que, aunque nadie elige cómo llegar a este mundo, unos pocos afortunados (o desafortunados, según se mire) han logrado que su despedida sea inolvidable. Y eso, en un mundo de muertes sin penas ni glorias, ya es todo un logro.
Ejemplos de páginas
Ejemplos de páginas
¿Quién mandó a Fabio Baccaglioni a escribir sobre muertitos?
Autor de diversos temas, ninguno relevante, una vez más nos acosa con su prosa insufrible, maliciosa y al mismo tiempo vacía de sustento.
Esta vez lo hace para hacernos recordar que la muerte acecha en los lugares más insospechados, como en el inodoro o simplemente caminando por la calle ¿Cómo se atreve?.
Este aburrido autor de posteos vagos en un blog anticuado ahora pretende hacernos creer que sabe de historia, muerte o algo más, pero no, ahí lo tenemos, publicando un libro en 2025 ¿Quién cuernos lee hoy en día?
No crean nada de lo que leen, menos si es de este autor, y si no me creen compren el libro, se van a arrepentir.